La esperanza filosófica natural y sensible


El pensamiento humano debe evolucionar y templar su actividad científica objetiva para dar más fuerza a la filosófica sensible -natural-, para que las dos puedan configurar un ámbito de armonía. Así de sencillo es como se practica la filosofía de la indeterminabilidad.

Uno de los razonamientos para poner justificación los científicos objetivistas, para los tratamientos químicos sanitarios y de otras índoles, es que, gracias a ellos, la humanidad puede gozar de una esperanza de vida mayor, quiere decir esto, que salvan vidas. A priori, este es un razonamiento lógico correcto desde el pensamiento científico objetivo, sin embargo, desde el punto de vista del pensamiento filosófico, es un pensamiento lógico, pero incorrecto. Mostraré porqué y que cada cual piense en ello (intentaré hacerlo de la manera más sencilla posible).

Efectivamente, la esperanza de vida global ha aumentado, no se puede tener duda sobre un dato objetivo tan evidente. Pero vayamos a las incidencias estrechas, con sus consecuencias graves, que tiene pensar así. Me iré a la Naturaleza y expresaré lo que sucede allí en el mundo de las plantas. Muchas veces me preguntan qué puede hacer la Agricultura Natural para salvar vidas vegetales, la agricultura convencional usa sus químicos y otras prácticas destructivas, la agricultura ecológica usa sus preparados con compuestos más naturales. A ambos les funciona, sin embargo, la Agricultura Natural no usa ningún compuesto, y no siempre funciona; desde el punto de vista de los dos primeros, la AN es un fracaso. Esto es importante recalcarlo, desde el punto de vista absolutamente objetivo, es un fracaso.

¿Qué pasa si yo incido únicamente en mejorar el ecosistema global para que esa vida vegetal coja su propia fuerza y dejo que todo se arregle por sí mismo? Tras veinte años de observación y práctica directa con la Naturaleza, me he dado cuenta que todo vive en su natural circunstancia y el resultado final es un equilibrado y sano acontecer, con sus vidas y sus muertes. También he observado que, por ejemplo, los árboles frutales procedentes de vivero, que tienen muchísimos tratamientos químicos y otros artificalismos previos, enferman mucho y un buen porcentaje de ellos, digamos como un 15%, no lo superan y mueren. Si yo aplicara tratamientos, podrían enfermar y morir, probablemente como un 5% -siguiendo las recomendaciones de la ciencia objetiva- y aumentaría la esperanza de vida de esos individuos; sin embargo, si hiciera eso, a priori, no enferman ni mueren los árboles, pero sí el ecosistema general, lo que quiere decir que, a medio y largo plazo, como la naturaleza lo pone todo en su sitio, hagamos lo que hagamos, una plaga u otras circunstancias naturales, o no naturales, inesperadas, termina por acabar con casi todos los árboles, y al final nos queda un humano poniendo piezas “artificalistas” sin fin, para remendar un ecosistema absolutamente enfermo que malvive cualitativamente y que acaba siendo  un desierto sin prácticamente vida. No es difícil de entender esto, ¿no es verdad?

Lo expresado sucede igual en el mundo humano, sólo que no tenemos la visión global suficiente a corto plazo para verlo, porque los remedios artificialistas de la ciencia objetiva determinista, se expresan, aparentemente, eficaces ante circunstancias limitadas de pensamiento (Esto es, por ejemplo: el 15% de los infectados por covid-19 mueren, lo resolveremos escondiéndonos de él y con medicinas químicas, estamos en ello). Gracias "papá" ciencia, pero, desde el pensamiento filosófico sensible, lo que estamos viviendo hoy en el mundo, es el comienzo del proceso natural consecuente del desastre que hemos causado con nuestro pensamiento lógico objetivo, que es incorrecto aplicado de una manera totalitaria, pues no sólo nos quita nuestra libertad natural, sino también la libertad natural de nuestro propio entorno, únicas capaces de resolverlo eficientemente. El virus covid-19, es un factor más en ese proceso, no debemos, por supuesto dejar de ser prudentes, pero tampoco tomar posturas de miedo, obligaciones, o amenazas, etc., con la esperanza puesta en los químicos salvadores. Con la falta de ecosistemas naturales en el humano, con sus consecuentes malvivires, vienen plagas, naturales o no, inesperadas que producen efectos muy desgraciados y que ponen en jaque la supervivencia general del mismo humano. No hablamos de árboles, sino de personas, y eso parece que nos duele mucho más, con toda la lógica también. Aquí hace falta valentía y preparar un convencimiento fuerte sobre la confianza en la ley superior de la Naturaleza, que no está en nuestras manos y no puede ser manipulada por ningún humano, pero sí podemos ir hacia ella, con lo que, indirectamente, sí está en nuestras manos, aunque sin manipulación.

Después de lo dicho, tenemos dos opciones, o ir templando nuestro pensamiento científico objetivo, para ir dando fuerza a un pensamiento filosófico sensible y natural, para que así, nuestros ecosistemas se puedan regular por su natural circunstancia, poco a poco, desde la templanza y prudencia debida, -tomando posturas que vayan incidiendo en la libertad natural propia, sin que implique renuncias totales, en sus debidas transiciones-; o seguir creyendo fiel y absolutamente en ese tipo de pensamiento, nada esperanzador y acabar siendo un número con la amenaza de enfermedad y muerte en la frente.

Tenemos por delante un gran reto. Yo creo y siento profundamente en la fuerza de la naturaleza con el humano en ella, creo y siento en la vida, tal cual se construye por sí misma. Muchas personas de este planeta, creo también que piensan y sienten igual. Ya es hora de comenzar a crear un mundo más sensato, más natural y consciente, desde esta confianza, resolviendo estos retos con libertad, entonces, es muy seguro que la humanidad conseguirá vivir evolutivamente, en paz y armonía consigo misma y con el entorno que le rodea.